¡Me volvió a
llamar! Estaba a punto de llegar a la escuela cuando sonó mi celular. Miré la
pantalla y vi que era un número desconocido. Decidí contestar. ¡Era él!
Reconocí su voz de inmediato. Platicamos durante varios minutos. Miré el reloj
y me di cuenta de que ya iba veinte minutos tarde. Corrí a mi clase.
Afortunadamente, hasta cierto punto, no había llegado mi profesor. Saludé a mi
amiga Ana y nos pusimos a platicar. Pasaron cuarenta minutos y nuestro profesor
no llegaba. Ana y yo decidimos ir a la cafetería a desayunar. Mientras
esperábamos en la fila, me llegó un mensaje que decía: ¿Cuándo nos volveremos a
ver? Inmediatamente sonreí. No sabía que contestarle, pues últimamente tengo
mucha tarea o tengo que cuidar a mi sobrino. Después de desayunar, Ana y yo nos
fuimos a nuestra siguiente clase. Cuando salí, mi primo Gerardo me habló para
preguntarme si comíamos juntos. Yo le respondí que sí.
Mi
primo pasó por mí a mi casa y después pasamos por Vane a su escuela. Fuimos a
comer tacos. Y por azares del destino estaba ahí Daniel. Estaba con una mujer. ¡Yo
moría de celos! Vanesa se dio cuenta y dijo: -Mejor vamos a comer a otro
lado.
Jerry, mi primo, tardó en darse cuenta de lo que pasaba. Fuimos a comer a una
plaza cerca de Reforma y después nos pasó a dejar a mi casa. Subí a mi recamara
y me puse a llorar como magdalena. Vane me dijo que no me hiciera ideas y que
mejor hablara con él. Yo solo quería llorar. Lloré hasta que me quede dormida.
Ya ni me despedí de Vane.
Ayer Daniel
me volvió a llamar, pero no le contesté. Me mandó tres mensajes y ni siquiera
los leí. Ana, Vane y Jerry dicen que exageré, empiezo a creer que sí. Me sentí una
tonta niña celosa. Lo peor es que ni siquiera somos novios.
Decidí
llamarle en la noche, pero ahora él no contestó. Media hora después me mandó un
mensaje que decía: No escuché mi celular. ¿Por qué no me contestabas mis
llamadas? De inmediato le llamé. Le explique lo que pasó. A lo que él
respondió:- La mujer con la que estaba es mi hermana. ¿No te acuerdas de ella? No
sabía que decir. Él continuó y dijo:- No debiste ponerte así sin saber lo que
pasaba. No lo vuelvas a hacer, por favor. Después del oso y la escena de celos que
hice seguimos platicando casi dos horas.