El día tan esperado, al menos por mí, llegó: miércoles.
Ese día me levante como cualquier miércoles. Solo que a diferencia de otros días,
salí diez minutos antes. Caminé tranquilamente a la parada del camión, pues sabía
que aun era temprano. Salí de la unidad y vi que no pasaba ni un carro. Corrí a
la avenida para ver qué pasaba. Para mi sorpresas, unos vecinos de la unidad de
al lado, estaban protestando porque no tenían luz ni agua. Así que, decidieron bloquearon las avenidas. Por lo
tanto, no había transporte. Le marque a mi cuñado para que me llevara a la escuela.
Llegó en 20 minutos. Afortunadamente, llegue 30 minutos antes de mi clase.
Pasaron los 30 minutos y el profesor aún no llegaba. Mi amiga, Ana, llegó
corriendo, pues sentía que no llegaba. Nuestro profesor llegó poco después. Al
terminar esas clase teníamos otra, pero nuestra maestra no llegó. Decidí irme a
mi casa a dormir un poco antes de salir con Daniel.
Cuando llegue a mi casa, vi a mi vecino. El se
llama Bruno. Nos pusimos a platicar en lo que paseábamos a su perro. Se pasó rápido
el tiempo. Ya eran las dos y Daniel estaba a punto de llegar. Y así fue, cuando
me estaba despidiendo de Bruno, él llego. Lo vi a lo lejos, pero ni se acercó. Así
como llegó, así se fue. En la noche le marque y no me contestó. Se repetía la historia: tonto niño
celoso. Bueno, eso creo yo.
El sábado me marco, pero no le pude contestar,
pues estaba cuidando a mi sobrino. Le marqué, pero él no contestó. Después de
esa llamada, ya no intento marcar de nuevo y yo tampoco.
No sé qué paso por su mente cuando me vio
platicar con Bruno, pero al menos se que fue bonito volver a verlo aquel
viernes. Me quedaré solo con esa noche.