Este blog forma parte del proyecto narrativo Cuéntalo Todo, bajo la dirección del maestro Sandro Cohen dentro de la materia Redacción Universitaria del Departamento de Humanidades, División de Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad Autónoma Metropolitana-Azcapotzalco.

domingo, 18 de noviembre de 2012

La historia se repite


 El día tan esperado, al menos por mí, llegó: miércoles. Ese día me levante como cualquier miércoles. Solo que a diferencia de otros días, salí diez minutos antes. Caminé tranquilamente a la parada del camión, pues sabía que aun era temprano. Salí de la unidad y vi que no pasaba ni un carro. Corrí a la avenida para ver qué pasaba. Para mi sorpresas, unos vecinos de la unidad de al lado, estaban protestando porque no tenían luz ni agua. Así que,  decidieron bloquearon las avenidas. Por lo tanto, no había transporte. Le marque a mi cuñado para que me llevara a la escuela. Llegó en 20 minutos. Afortunadamente, llegue 30 minutos antes de mi clase. Pasaron los 30 minutos y el profesor aún no llegaba. Mi amiga, Ana, llegó corriendo, pues sentía que no llegaba. Nuestro profesor llegó poco después. Al terminar esas clase teníamos otra, pero nuestra maestra no llegó. Decidí irme a mi casa a dormir un poco antes de salir con Daniel.
 Cuando llegue a mi casa, vi a mi vecino. El se llama Bruno. Nos pusimos a platicar en lo que paseábamos a su perro. Se pasó rápido el tiempo. Ya eran las dos y Daniel estaba a punto de llegar. Y así fue, cuando me estaba despidiendo de Bruno, él llego. Lo vi a lo lejos, pero ni se acercó. Así como llegó, así se fue. En la noche le marque y no me  contestó. Se repetía la historia: tonto niño celoso. Bueno, eso creo yo.
 El sábado me marco, pero no le pude contestar, pues estaba cuidando a mi sobrino. Le marqué, pero él no contestó. Después de esa llamada, ya no intento marcar de nuevo y yo tampoco.
 No sé qué paso por su mente cuando me vio platicar con Bruno, pero al menos se que fue bonito volver a verlo aquel viernes. Me quedaré solo con esa noche. 

miércoles, 14 de noviembre de 2012

Nuestra tercera vez


  Hoy, mis primos, una amiga y yo, fuimos al autódromo a ver las carreras.  Una noche antes, quedamos en que ellos pasarían por mí a mi casa a las nueve de la mañana. Llegó el día. Sonó la alarma de mi celular a las siete de la mañana. Me asustó y solo pensé en apagarla, así que aventé mi celular al piso y me volví a dormir. Después de un rato, mi hermana fue a mi recamara y me dijo: - ¡Karla, ya son las ocho y media! Me levanté como pude. Me bañé y me arreglé lo más rápido que pude. Mis primos llegaron puntuales. Antes de irnos al autódromo, pasamos por nuestra amiga. Mi primo, Gerardo, hizo que le dejara el asiento de adelante. Vanesa se subió al carro y nos fuimos. 

  Llegamos al autódromo. Todos mis primos estaban emocionados. Se bajaron rapidísimo del carro, sentían que se les iban los carros. Vane y yo nos fuimos platicando hasta que Gerardo se le pegó como chicle. Me sentí incomoda, pues se miraban de una forma diferente a la de otras veces. Así que decidí irme con mis otros primos. Íbamos subiendo a las gradas, cuando de repente Vanesa me jala y me dice - ¿Ya viste quién está allá abajo?   Miré hacia allá y vi a Daniel. No lo podía creer, pues ya era la tercera vez que me lo encontraba en un lugar. La verdad, hasta miedo sentí. Mi amiga me dijo que lo saludara, pero no le hice caso. Acabamos de subir las escaleras y buscamos en donde sentarnos. De repente, escuché que gritaban mi nombre. Volteé a todos lados, pero no supe quien era. Como cinco minutos después, sentí una mano en mi hombro, me paré y me di la vuelta.  

– ¿Qué haces aquí? – le pregunté algo desconcertada.
– Me imaginó que lo mismo que tu. – respondió.
Sonreí, pues no sabía que decirle.
 – Bueno,  iré con mi familia, luego nos vemos. –  dijo Daniel.

  Empezó la carrera. Mis primos parecían niños chiquitos con juguete nuevo. La primera carrera casi no nos gusto, pues terminó con bandera amarilla. En lo que empezaba la segunda carrera, bajé por un refresco. Y de nuevo él estaba ahí. Solo me reí. Platicamos, intercambiamos canciones y hasta nos contamos chistes. En eso, vimos que la mayoría de las personas iba bajando. Vimos el reloj. Ya eran las cuatro de la tarde. Se nos pasó el tiempo volando. Nos despedimos y cada quien se fue con su familia.

  Hace rato me llamó a mi casa. Quedamos en salir el próximo miércoles. Haber que pasa.

domingo, 4 de noviembre de 2012

La visita de cada mes


  Me sorprendió su llegada, pues lo esperaba hasta la próxima semana. Llegó ayer a las tres de la tarde. Tocó el timbre y de inmediato bajé a abrirle. No podía creer que mi papá había llegado, en cuanto lo vi, corrí a abrazarlo. Entramos a la casa y nos pusimos a platicar sobre su trabajo y la universidad. Después de media hora, llegaron mis hermanas y mi mamá. Lo saludaron y se pusieron a platicar con él. Yo me lleve a Emmanuel a su recamara para jugar un rato con él. Una hora después, nos fuimos al cumpleaños de mi sobrina Escarlet.
  Llegamos al restaurante en donde era la fiesta. Entramos y saludamos a todos los invitados. El ambiente estaba muy bien hasta que llegó mi primo con su novia. Todos lo volteamos a ver porque se suponía que ella no iría. Lo bueno es que eso no fue impedimento para que siguiéramos pasándola bien. Llegó el momento de partir el pastel. Mi tía, Érika, me dijo que les avisara a todos para que se acercaran a la mesa en donde estaba el pastel.  Fui a decirle a mi primo lo que me dijo mi tía y su novia, Lucrecia, me volteó a ver horrible. Mi primo se dio cuenta y rápidamente le dijo: - Amor, vamos al pastel. Yo seguí diciéndoles a los demás.
  Cuando ya se iba a acabar la fiesta, Mabel, una amiga, me marcó para decirme que fuéramos al cine con nuestros amigos. No dude en decirle que sí. Después de una hora, salí a ver si ya habían llegado mis amigos, pero para mi mala suerte mi primo y su novia estaban afuera peleando. Ella se dio cuenta de que los vi y empezó a gritarle a mi primo. Volteé a la esquina y vi a mis amigos. Me apresuré a irme con ellos para no causarle más problemas a mi primo.
  Después de ir al cine, mis amigos me pasaron a dejar a mi casa. Toqué el timbre y me abrió mi primo. Me contó que Lucrecia se puso loca porque le hablé. Pero eso no es lo importante, sino que terminó con ella. Me dijo que ya estaba harto de sus escenas de celos sin motivo. En ese momento me acordé de lo que había pasado con Daniel.
  Hoy  toda la familia fue a desayunar a mi casa para despedir a mi papá. Se iría mañana por la noche. Nos la pasamos todo el día con él. Todavía no se va y ya lo extraño.

domingo, 28 de octubre de 2012

Tonta niña celosa


 
¡Me volvió a llamar! Estaba a punto de llegar a la escuela cuando sonó mi celular. Miré la pantalla y vi que era un número desconocido. Decidí contestar. ¡Era él! Reconocí su voz de inmediato. Platicamos durante varios minutos. Miré el reloj y me di cuenta de que ya iba veinte minutos tarde. Corrí a mi clase. Afortunadamente, hasta cierto punto, no había llegado mi profesor. Saludé a mi amiga Ana y nos pusimos a platicar. Pasaron cuarenta minutos y nuestro profesor no llegaba. Ana y yo decidimos ir a la cafetería a desayunar.  Mientras esperábamos en la fila, me llegó un mensaje que decía: ¿Cuándo nos volveremos a ver? Inmediatamente sonreí. No sabía que contestarle, pues últimamente tengo mucha tarea o tengo que cuidar a mi sobrino. Después de desayunar, Ana y yo nos fuimos a nuestra siguiente clase. Cuando salí, mi primo Gerardo me habló para preguntarme si comíamos juntos. Yo le respondí que sí.

  Mi primo pasó por mí a mi casa y después pasamos por Vane a su escuela. Fuimos a comer tacos. Y por azares del destino estaba ahí Daniel. Estaba con una mujer. ¡Yo moría de celos! Vanesa se dio cuenta y  dijo: -Mejor vamos a comer a otro lado. 

  Jerry, mi primo, tardó en darse cuenta de lo que pasaba. Fuimos a comer a una plaza cerca de Reforma y después nos pasó a dejar a mi casa. Subí a mi recamara y me puse a llorar como magdalena. Vane me dijo que no me hiciera ideas y que mejor hablara con él. Yo solo quería llorar. Lloré hasta que me quede dormida. Ya ni me despedí de Vane.

  Ayer Daniel me volvió a llamar, pero no le contesté. Me mandó tres mensajes y ni siquiera los leí. Ana, Vane y Jerry dicen que exageré, empiezo a creer que sí. Me sentí una tonta niña celosa. Lo peor es que ni siquiera somos novios.

  Decidí llamarle en la noche, pero ahora él no contestó. Media hora después me mandó un mensaje que decía: No escuché mi celular. ¿Por qué no me contestabas mis llamadas? De inmediato le llamé. Le explique lo que pasó. A lo que él respondió:- La mujer con la que estaba es mi hermana. ¿No te acuerdas de ella? No sabía que decir. Él continuó y dijo:- No debiste ponerte así sin saber lo que pasaba. No lo vuelvas a hacer, por favor. Después del oso y la escena de celos que hice seguimos platicando casi dos horas.

domingo, 21 de octubre de 2012

Uno de esos días


  Ayer fue uno de esos días que dan ganas de contarlo. Me desperté con el llanto de Emmanuel. Eran las seis de la mañana. Me levanté, me puse mis pantuflas y me dirigí al cuarto del bebé. Le sujeté su cabecita, deslicé suavemente una mano por detrás de su cuello y con la otra le sujeté su espaldita. Lo arrulle durante diez minutos, se durmió de nuevo y lo acosté en la cama. Aproveché para cambiarle su pañal, cosa que no me gusta hacer. Le  puse almohadas a su alrededor para que no se callera, pues ya tiene nueve meses y se mueve mucho.

  Me lavé las manos y le preparé su leche. Me asomé a mí recamara para ver si se había despertado, pero aún dormía como un angelito. Fui a despertar a mi mamá para que cuidara de él mientras me bañaba. Salí de bañarme y el gordito, como yo le digo, ya estaba tomando su leche. 

  Después de que terminó de tomar su leche, hice que repitiera para que no la devolviera. Lo senté en la cama para que jugara un rato con su pelota y sus muñequitos. Acabe de arreglarme y le busqué su ropita. Ya eran las nueve de la mañana.

  Mi hermana, Diana, me llamó por teléfono y me dijo que nos estaban esperando en la casa de mi abuela, pues habíamos planeado ir a La Feria de Chapultepec. Nos subimos rápidamente al carro. Llegamos y ya estaba toda la familia: mis tíos, mis primos, mis sobrinos, mis cuñados y mis hermanas. Mi otra hermana, Griselda, corrió a abrazar a su bebé Emmanuel. Se notó que lo extrañó mucho.

  Llegamos a La Feria  y todos parecíamos niños chiquitos. Yo me subí a todos los juegos con mi hermana Diana. Con ella no le tengo miedo a nada. Suena infantil, pero es la verdad. Quería ver la hora y busqué mi celular. No lo traía, lo había dejado en mi casa. Solo esperaba una llamada: la de Daniel.  Lo importante es que eso no fue impedimento para que siguiera divirtiéndome. 

  Llegue a mi casa y me dormí. Hoy en la mañana, vi mi celular: ¡Tenía seis llamadas pérdidas! Sentía que mi corazón se salía. Esperaba que fuera Daniel, pues tenía muchas ganas de oír su voz. Ojalá vuela a llamar.